"Honestidad: la mejor de todas las artes perdidas".
Mark Twain (1835-1910)
Ser honesto es ser real, acorde con la evidencia que presenta el mundo y sus diversos fenómenos y elementos; es ser genuino, auténtico, objetivo. La honestidad expresa respeto por uno mismo y por los demás.
Hay que tomar la honestidad en serio, estar conscientes de cómo nos afecta cualquier falta de honestidad por pequeña que sea… Hay que reconocer que es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la auténtica vida comunitaria.
La deshonestidad no respeta a la persona en sí misma y busca la sombra, el encubrimiento: es una disposición a vivir en la oscuridad. La honestidad, en cambio, tiñe la vida de confianza, sinceridad y apertura, y expresa la disposición de vivir a la luz, la luz de la verdad
Si eres honesto tendrás el reconocimiento de los demás, porque el interior y el exterior son el reflejo el uno del otro. No existen contradicciones entre los pensamientos, palabras o acciones. Ésta integración te proporciona claridad y ejemplo a los demás; ser interiormente de una forma y exteriormente de otra, ocasiona daño y conflictos, porque no se puede estar cerca de los demás ni los demás querrán estar cerca de una persona que no es confiable o digna de confianza. El valor de la honestidad es visible en cada acción que se realiza.
Honestidad es armonizar las palabras con los hechos, es tener identidad y coherencia para estar orgulloso de sí mismo.
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